martes, 13 de octubre de 2020

UN BLUES Y UN CIGARRO

En algún momento pasé de ser un hombre joven, 
a ser un octogenario de veinte años que fuma sin filtro y escucha blues
Escucha algo lo suficientemente triste para juntar su melancolía
con la de alguien más y llorar de un modo seguro, 
porque para uno solo es demasiado
y podría terminar en la fatalidad. 

Este maldito poeta tenía a la mejor mujer del mundo,
y este maldito desgraciado, la dejó marchar.
Y duele, 
duele demasiado el pecho cuando escucho alguna de sus canciones;
no importa incluso si es la más alegre,
porque el dolor me invade cuando la recuerdo justo así: 
sentada en el banquillo, ahí en el balcón,
moviendo sus manos al clamor de la guitarra, 
cantando con eso que le llaman alma, y mirándome a mí,
que entre la luna llena y ella, 
no me decidía a escoger entre lo más precioso
porque a la general opinión, 
entre las dos no existía ninguna diferencia; 
todo era semejante;
todo era hermoso;
era bonito;
era casi divino;
era casi perfecto.
Porque ella al igual que la luna llena, 
también tenía un lado oscuro que la hacía pasar de lo casi perfecto, 
a lo más puro... a lo más bello. 


Malayerba

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