domingo, 4 de octubre de 2020

EL DEMONIO QUERÍA UN POETA

—Al terminar de hablar con Leviatán, se dio cuenta que la verdadera desgracia era, no entregar el alma, sino, el no tenerla a ella ahí, junto a él... en la estrechez de su brazos—. 

Mayer


—Y bien, dime qué es lo que quieres, te daré lo que necesites. 
—Necesito una chica nueva —respondí—. No, espera, dámela a ella, la necesito de vuelta. 
Dios no me oye, sabe mis palabras no son ciertas,
porque no la necesito a ella;
necesito sus querellas;
sus burlas, sus risas;
sus mentiras, sus manías;
sus miedos;
sus tristezas. 
Preciso de su melancolía. 

Su forma de tratar, sus rabietas de niña grosera;
las ganas que le daban de mandarme al carajo, cuando los celos la invadían. 
Pero a quién más iba a querer yo, sino a ella, que era la única, 
la elegida, la deseada,
la que mi vida anhelaba. 
La que en un planeta de esperpentos, 
florecía enteramente para mí. 

A quién más iba a querer yo, 
sino a sus ganas de matarme cuando me pedía cariño y le respondía que no la amaba, 
porque amarla me parecía poco;
pero nunca me dejaba terminar, 
y me daba la espalda;
y yo tenía que pasar el resto de la velada diciéndole al oído, las más ridículas dulzuras, 
y aunque lo cursi nunca se me daba, ella era feliz oyéndolo.
Era feliz escuchándome rogarle amor, mientras le acariciaba el vientre;
hasta que entrada la mañana, 
amanecía de frente a mí con una sonrisa en los labios, 
porque me tuvo despierto llenándola de besos, 
hasta que el sueño la venciera. 

El demonio me escuchó atento, 
pero no mostró emoción 
nada le camino la opinión, 
me quede sin opción. 
Quería un escritor que sintiera amor, 
pero yo solo le hablaba de una experiencia anterior, 
donde ella con su partida me dejó vacío, en una oscuridad que solo conseguía eliminarse con su luz.

Aquél ser del averno quería un poeta que le hablara de amor, 
que ya estaba cansado de ser un perdedor.
Volver a ser un ángel era su ilusión; 
volver a sentir a Dios era su petición. 
Yo no le servía, 
yo ya estaba muerto y mi alma poco valor tenía,
sin embargo, la tomó por haberle hecho perder su noche, lo que para nosotros el día. 
Ahí me di cuenta de que sin ella, 
hasta en el infierno valgo poco. 

…El demonio quería un poeta,
pero yo, yo no le era suficiente.


Malayerba

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