martes, 15 de septiembre de 2020

VISTA PREVIA

El corazón es frágil,
y a pesar de todo puede albergar demasiado dolor antes de estallar.
No comprendo qué significa todo esto,
pero siento que todos mienten,
que todos hablan detrás de un máscara;
me siento indefenso al poner la verdad sobre mi frente,
o quizás soy el único ingenuo que cree que las cosas aún pueden mejorar.

Tal parece que todo es una mentira;
un día la vida te sonríe,
y al otro te pone a comer un puñado de mierda.
Uno queda en el limbo entonces,
perdido, sin más razón que la de saber que eres un idiota,
un estúpido que lo único que hace es entregar el corazón a la primera de cambio,
solo porque le enseñaron que pese a todo,
debe dar lo mejor de sí,
y yo solo he sido dueño de un corazón herido con muy poco amor,
pero era lo mejor que tenía para brindar.

Supongo que el mundo todavía no está hecho para la bondad;
a estas alturas,
solo quiero dejarme ir,
morir en paz.



Yerbita

domingo, 13 de septiembre de 2020

DUELE AQUÍ

Es tan lindo ver como los demás cumplen sus sueños. 
Es tan lindo ver que avanzan sin importar lo malo del camino y conquistan sus miedos. 
Y es tan feo ver que tú no avanzas,
que te vuelves más viejo, 
y cada vez más amargado.
Es tan feo ver que cuando creías que era tu momento, al final solo se quedó en una vana ilusión,
y te sientes mal;
entonces te abrazas las rodillas, escondes la cabeza,
te das cuenta de lo poco que eres, y arrancas a llorar.

Luego amanece, 
el sol está radiante;
dices y sientes que ese podría ser el día del cambio, 
pero llega la noche, y lo único que ha cambiado es un día por otro que no has sabido aprovechar. 
Y te sientes mal y cada vez es peor. 

Crees que si pides con fuerzas, 
algo llegará y te hará mejorar;
pero las peticiones sin acción jamás son escuchadas, 
y eso no lo sabes.
No comprendes que sin importar cómo, hay que actuar y romper la barrera, 
que nunca es tarde para hacerlo;
por desgracia tu voluntad es débil, 
endeble como tú mismo, 
y solo cuando ya estás muriendo, despiertas, 
y te das cuenta que la vida se te fue, 
que no le has sacado el provecho que debías. 
y prometes que la próxima será mejor, 
pero vuelves a renacer y olvidas todo lo demás; 
no sabes quién eres,
y un día te percatas de que los demás avanzan y tú retrocedes. 
Y entonces lo comprendes al fin:
«Te has convertido en un eterno fracaso».

Para consuelo, si te sirve de algo, no eres el único. 
Yo llevo más tiempo vagando buscando una salida. 
Por desgracia aún no la encuentro,
así que si te topas con una, dímelo por favor. 
Ya no quiero seguir así. 
Duele...
duele mucho... 
aquí... adentro. 

:(


Yerbita

sábado, 12 de septiembre de 2020

TE RECUERDO

Abrazado a ti.
Así te recuerdo.
Oliendo el perfume que emanabas. 
Sintiendo bajo mi tacto la tibieza de tu piel;
memorizando cada rasgo de tu cintura y de tu vientre,
ese vientre que era mi parte favorita de tu ser.

Abrazados en un rincón de aquella sala, 
sin más diálogos que susurros, 
sin más felicidad que sentirte cerca mío, 
sin más beatitud que estar contigo,
así te recuerdo, mujer. 
Así recuerdo un momento olvidado por los años,
cuando aún era un niño y de amor sabía poco menos que un iletrado.

Y han tenido que pasar un par de lustros para que la memoria te trajese a mí en un sueño, la noche de ayer. 
Y han debido de pasar los años de la experiencia, 
para que me dé cuenta de cuánto pude haber gozado contigo y no te disfruté.


Mayer

viernes, 11 de septiembre de 2020

DEL LLAMADO EN LA PUERTA

Estaba sentado en mala postura y se me apretó uno de mis tres huevos,
entonces mandé la mano a la entrepierna y lo saqué con delicadeza;
el alivio no se hizo esperar.

De repente llamaron con urgida insistencia la puerta;
tocaban y tocaban, pero me negaba a abrir, 
el local ya estaba cerrado,
y yo necesitaba estudiar.
¿Por qué tenían que esperar a que se cierre, ¡coño!? 
No obstante, seguían golpeando, y ante la persistencia, salí a atender con desgana.
Eran un par de venecianas, (porque si les digo venecas se ofenden) con tres niños a la espalda, 
y dos ingratos que debían de hacer de sementales en sus noches lúgubres.

Pidieron una recarga para navegar en YouTube
luego un par de chocolates, 
unas frituras, 
unas golosinas, 
una bebida de malta de dos litros, 
y un par de cigarrillos. 

Entre el vaivén de la entrega y el cambio de la moneda, buscaron tomarme el pelo, 
pero se estrellaron cuando mis réplicas fueron el doble de graciosas y el tiro les salió por la culata. 
Y por el culo les habría dado a ese par de locas, si no fuese porque estaban con su familia y yo tenía un golpe de ala (resultado de no bañarme hace tres días) que intoxicaba al respirar, 
cosa que era mejor evitar las ganas de abrigar esa noche con calor venezolano. 

A todo eso, la mayor me echó el ojo, 
se evidenciaban las ganas en su lujurioso rostro;
buscaba preguntar y bromear con el solo fin de oírme hablar, 
la otra igual, pero era un poco más reservada, y a decir verdad, era más hermosa. 
Al rato, en medio del minúsculo jolgorio que llegaba a su fin,
sin querer les robé algo del cambio, y lo notaron, 
yo admití mi error con descaro,
no lo negué;
me miraron animosas y replicaron con ahínco,
y yo me reí fuerte;
ellas rieron escandalosas conmigo, 
los dos chamos al fondo se rieron también. 
La risa nos contagió a todos, incluso, el par de mocosos que andaban estorbando por ahí, se reían sin saber el motivo.

Mi noche no había prometido ser buena, 
la mujer que adoro estaba enojada, 
y yo no me sentía bien. 
Pero esa gente me alegró el rato sin pensarlo.
Esa gente me arregló la velada que se tornaba amarga,
y entendí una vez más que todo cuanto ocurre,
una razón mayor posee.


Yerba

miércoles, 9 de septiembre de 2020

OCASO

Con este cuerpo de osteoporosis, la verdad no entiendo a dónde me quiere llevar el destino. 
La ausencia de amor y de cariño, empeoran la situación;
pero qué se le va a hacer, 
hay cosas más importantes que lamentarse por la fragilidad de este individuo, como por ejemplo,
esteeee... jmmm... pueees...
¡Ay! ¡Mira!, ¡un caracol!, mira a ese desgraciado como se come las lechugas que sembré hace quince días,
aaaah maldito, voy a matarte ya mismo...

—Oye, ven ¿qué te pasa?
—¡Que voy a acabar con esa plaga! Eso pasa. 
—Ajá, ni siquiera te puedes mover, y por como veo las cosas, tienes la pierna más gorda que antes. 
—¿Qué? 
—Sí, mira, está más hinchada, creo que debe amputarse. 
—No molestes.
—Ja, ja, ja. ¿Sabes? No es el molusco, 
no son los insectos, 
no es la maleza la que ha arruinado tu jardín.
Y por lo que veo, el problema viene de ahí, —me dijo, apuntando su índice a mi pecho. 
—¿De qué hablas? 
—La tristeza, querido, la tristeza. Extrañar tanto a alguien que se fue no te hace bien. 
¿De qué sirve lamentarte por no haber estado presente todo el tiempo?,
es ahora por tu accidente que no te puedes mover y estás aquí de vago, 
pero aún así jamás te quedas quieto, siempre encuentras algo que hacer.
—Jmmm... 
—Así que será mejor que dejes de poner esos ojos tristes o tendré que arrancarlos de su cuenca. 
El tipo que conocí no dejaba que su vida se aminorase por una fémina.
—Jmmm... 
Aaaah, son poderosas ¿no es así? 
no te culpo, 
muchos hombres sabios prefieren seguir el camino de la iluminación;
de hallar a Dios en su vida, 
de entrar en contacto con lo más alto, 
solo para olvidar que una mujer les arrancó el corazón y se lo guardó en el bolsillo.
No son capaces de tolerarlo y prefieren alejarse del mundo.
Son frágiles, los hombres son frágiles.

—Yyyy ¿qué se supone que debo hacer?
—Primero que todo, recuperarte; 
tardará un par de semanas.
Luego de eso empezar a creer en ti, 
darte un poco de amor, 
también algo valor, 
y sobre todo, 
darte cuenta de lo que eres capaz, 
no obstante, 
la verdad es que no te veo en intenciones de querer avanzar.
¿Sabes que cada vez que te miro, veo al mismo niño de siempre?, 
el que caminaba a solas con un trozo de rama en la mano navegando por mundos imaginarios camino a casa. 
El que no conocía más que las piedras del camino y el blanco de las nubes en el cielo.

Sabes bien que aquí no encajas, pequeño.
Tu mundo está a donde los hombres no puede llegar.
Así que no sufras por buscar tu lugar entre esta gente y mucho menos en el corazón de alguien más. 
Ven conmigo, 
usa el cuchillo que dejé hace tiempo,
te llevaré a un lugar mejor donde no existe el dolor, 
no te demores —me dijo sonriendo y se marchó.


Yerbita 

martes, 8 de septiembre de 2020

DESAMPARO

Solo una estrella acompaña a la luna esta noche. 
Solo una opaca tela de nubes deja entrever su luz. 
Solo una débil capa me separa de este mundo y el otro.
Solo una idea  en mi cabeza se posa«».

No importa cuánto intente distraerme,
o cuánto intente dejar de pensarte;
llega un momento en la noche que me recuerda a ti, 
y mi mirada se enturbia;
y mi animismo decae. 

El frío que se acentúa en mi cuerpo es hiriente;
duele tanto como saberme sin ti. 
Es más fuerte esta sensación que yo...
Es mas fuerte tu ausencia que mi voluntad de vivir.


Malayerba

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domingo, 6 de septiembre de 2020

MEDIA LUNA

Hace rato que no fumo con las estrellas.
He estado cabizbajo todo este tiempo.
Al son de where is the love, una de las mejores canciones creada por los hombres, 
converso con la luna.

Le cuento la falta que me hace una musa, 
una ninfa, 
una mujer.
Que extraño sus caricias.
Sus besos.
Su mirada.

Compasiva conmigo se deja ver.
Ahuyenta las nubes que la cubren y me cobija con un tenue manto de luz.
Le pregunto si podré escribir el poema más hermoso del mundo sin mi compañera a mi lado. 

Me dice que sea paciente;
que siga mejorando, 
que siga escribiendo, 
que no me detenga;
que el tiempo lo hará posible.
Yo, no sé si creerle realmente.
A veces temo que son solo fantasías. 

Le digo que no quiero renunciar a lo más bonito de este mundo;
que no quiero renunciar a ti, así que vuelve.

La luna se despide dejándome un par de estrellas para que me acompañen la velada, 
y se vuelve a cobijar con espesos nubarrones. 

Quiero ser mejor;
no quiero romper la promesa,
y sea contigo o no, quiero escribir el poema más hermoso de este mundo.
No, mentira,
te necesito de vuelta,
porque el poema será para ti.


Malayerba

https://youtu.be/LpNHkC4QC3A

sábado, 5 de septiembre de 2020

RICOTA

Uno ve dos tetas y qué fácil se enreda.
¿Pero cómo no enredar mis ojos a esos pechos que me llaman obligado a que los devore, a través de la transparencia de su blusa? 

Joder, y qué culo,
¡por Dios santo! ¡Señor trasero!
Palmear eso no puede concebirse entre los precios del hombre. 
Para manosear activa y lascivamente ese cuerpo, media vida sería quizá un pago aceptable. 
Y para chupar esos labios, aaaah,
para esos malditos labios de doncella de los infiernos,
tendría que entregar la otra media vida restante, y seguro quedaría debiendo. 
La carne que proteje su sonrisa es como tener delante el más delicioso manjar. 

Pura tentación;
el pecado hecho carne y huesos, sumado a una belleza indiscutible de mujer. 
A penas ayer era una niña, 
ahora ya es toda una hembra,
y mi verga palpitante la quiere sentir. 

Ella me desea;
en sus ojos lo noto;
en su sonrisa coqueta hay lujuria, 
y su voz me conmueve, 
aunque no sé si en realidad quiere sexo salvaje o solo espera que la compra le salga barata, 
en todo caso solo tengo claro que hay que aprovechar cuando se pueda, 
que esta vida no puede irse sin gozar.

—¡Eh, Nathalia!, se te quedó esto —le grito mientras la alcanzo.
Me sonríe;
me mira pícara;
me dice gracias; 
me guiña un ojo... 


jueves, 3 de septiembre de 2020

POETA DEL CHIQUERO CAP VII: Un juego suculento

—Oigan, no me gusta este lugar, parece maldito. 
—¡¡Malditas las ganas que le traigo a ese culazo, mi amor!! —le dije—
Y sin más, con la destreza del mañoso, le bajé hasta el suelo lo que tenía por pantalón y la penetré violentamente y sin saliva para que no perdiera el horizonte, justo cuando algún mísero demonio la hacía suya.
La chica se revolcaba poseída por el ente maligno; 
echaba espuma,
se retorcía los brazos y la cabeza;
y yo, que retorcido también andaba, 
le agarré de las tetas hasta enterrarle las uñas, 
y bien clavado cual cerdo sobre su marrana,
no me desprendí, aun cuando se revolcaba como si fuese un toro mecánico.

El otro que nos había acompañado no sabía qué hacer;
si jalarse la verga al ser testigo de la faena, 
o sacar la cruz, soltarse un rezo y echar unas gotas de agua bendita (consagrada por el mismísimo papa mientras era un santo y hablaba con Dios, cosa de un pasado remoto, y antes de que la lujuria le ganara y violara a setenta y nueve niños en dos meses, ganándose el récord de ese año en el vaticano, y obvio bajo la bendición del mismo Dios).
Siguiendo la lógica, me pegó un grito diciendo que me bajara de la poseída, 
y luego me indicó que la sujetara fuertemente.

Mirando la situación no vi de otra más que usar la técnica del cordero.
La enlacé del cuello y tirando la soga hacia arriba por una doble viga, le di una buena templada.
Quedó medio flotando, pero era mejor que agarrarla con las manos desnudas y correr el riesgo de ser golpeado.

Antes de que muriera por la asfixia, 
le rociamos agua bendita y le ayudé a rezar al remedo de exorcista. 
El demonio pareció que se fue, y la niña quedó librada, 
pero ya se estaba poniendo morada la desdichada,
y para desgracia de la pobre, 
el nudo se apretó y tardé mucho más en soltarla. 
Pero al final se pudo, y la chica se salvó. 

De esta manera, fuimos desvirgados los tres:
el tipo echando su primer exorcismo;
la niña sufriendo su primer exorcismo;
y yo, culiando a una poseída por primera vez, je, je, je. 

¿Que cómo llegamos a esta situación?, se preguntará el lector. 
Puede aquél que ya conforme con lo contado, dejar hasta aquí y buscar otro buen texto para leer. 
Pero si gusta saciar la curiosidad, permítame ponerlo en sintonía. 

Dahianne, Román, y yo, nos conocimos por ahí, sin pensarlo ni beberlo.
Aquel día que nos topamos por vez primera, llovía devastadoramente, 
y en el rincón de algún edificio de la gran ciudad donde nos refugiamos por casualidad, les ofrecí un poco de yerba, 
el tipo sacó una botella de alcohol al 60 %, 
y la chica como no tenía nada que ofrecer, se dignó a complacernos con buena compañía. 
Desde ahí seguimos frecuentándonos un par de veces más.

Un día, Román nos habló de posesiones y otras cosas sobre las que él estudiaba.
Dahianne, se emocionó con la charla, y ansiosa por experimentar nuevas sensaciones en su arrebatada vida de niña rebelde, propuso jugar a la güija.
Yo, que andaba algo aburrido, acepté la propuesta, 
y Román, que no estaba a gusto con la idea, 
aceptó de buena gana luego de bebernos la tercera botella de Whisky.

Preparamos la jugada para la noche de ese mismo sábado que era tan oscura que no nos mirábamos las caras sino era por las luces de la linterna.
Al amanecer del domingo, estábamos dormidos a pierna suelta en medio de un olor a vicio y cerveza. 
No pasó nada, pero el miércoles, nos informaron que la niña miraba cosas raras.
No siendo más, la oportunidad se dio, 
y cuando supimos qué ente  poseía a la chiquilla, 
hicimos los preparativos para el  siguiente sábado, 
día de  evacuar el mal, que como habrá leído ya el lector, en la primera parte, se explica  claramente lo sucedido. 

Por desgracia, luego del incidente, 
Dahianne no quiso volver a vernos;
Román recibió de castigo su expulsión de la escuela espiritual y se abrió del parche;
y yo, yo quedé ahí, 
otra vez solo, 
valiendo verga, 
y contando estas cosas al papel como si alguien las fuera a leer, 
como si a alguien le llegasen a importar,
pero en caso de que sí, pues, espero que se lo haya gozado como yo al recordar esos viejos tiempos.


Malayerba

miércoles, 2 de septiembre de 2020

POETA DEL CHIQUERO CAP VI: Emilio

Después de verlo ahí en medio de la miseria,
tenía dos opciones; 
o le demostraba que el sistema lo quería pobre y que él era un desgraciado,
o simplemente el reírme con él.

No pensé dos veces como era de esperarse,
y le pedí algo de cuero, pero no tenía,
entonces le quitamos el papel a una chocolatina que habíamos comido y armamos el cigarro,
fumamos un buen rato y salimos a caminar por la ciudad.
Felices y sonrientes anduvimos,
disfrutando de este presente que era tan nuestro, tan propio, y a la luz sus once años, tan inocente.

Emilio le dije, mira esa gente, ¿qué piensas de ellos?
—No sé, solo son gente.
—Así es —sonreí—, solo son gente y nada más. Nunca permitas que alguien de ese tumulto, te haga sentir mal,
son estúpidos la mayoría de ellos, no saben lo que quieren realmente, ni siquiera saben lo que son, y no tienen idea de a dónde van,
están perdidos.
—¿Y tú si sabes eso? —me interrogó.
Lo miré —no, la verdad no sé ni qué digo le dije, y nos echamos a reír.

Una vez hubimos llenado la barriga con unas grandes y tozudas empanadas acompañadas de un buen café,
lo escolté a su guarida.
Estaba en un viejo edificio abandonado,
ahí tenía solo una hamaca donde dormía,
unos trozos de cartón cubrían los orificios,
y varios garabatos adornaban la pared.
En uno de los dibujos se vislumbraba a una señora de grandes cabellos alborotados,
un tipo señalando el mar,
y en su otro brazo, cargaba a un infante que al parecer sería una niña,
—¿Tú familia? Le pregunté.
—No, me respondió— fueron los primeros que acuchillé, su hija me aruñó la cara.
Y entonces miré el resto de la pared y habían varias personas en diversas situaciones:
bailando, jugando, en auto, sonriendo.

—¿Y a todos ellos también los has herido?
—No, solo unos cuantos. El resto son cosas que me gustaría hacer.
Entiendo, lo harás.
—Sí claro.

Años después me lo topé en la calle,
me reconoció él,
yo no.
Iba de la mano con una pequeña,
iba feliz y ella cantando.

—Qué linda nena —dije sonriendo.
—Y también sabrosa me respondió riendo.
Lo miré algo perdido —¿tuya? —inquirí
Sí me dijo— es la sexta. 
Ya veo —manifesté y proseguí mi camino. 

Al son de mis pasos seguí andando y ya entrada la noche terminé en un rincón olvidado de la gran metrópoli,
y debajo del puente aquél, noté una pequeña fogata;
me dirigí hacia allí con la esperanza de calmar el frío mortuorio de la ciudad. 

Una vez llegué, un hombre salió a mi encuentro,
era Emilio que al verme, me saludó alegre, 
me alargó un trozo de carne ensartado en un palo que degusté plácidamente. 
Le pedí repetir, y me estiró un sabroso filete envuelto en un trozo de hueso.
—Una carne exquisita, debo admitir, y una vez dejé bien chupado el hueso, indagué por mera curiosidad.
—¿A qué te dedicas ahor..? 
—Wow wow, espera, ya casi está —me interrumpió— mmm, huele delicioso, ¿no te parece? —dijo sonriendo.
—Habrá que probar —respondí.
Y de entre las brasas sacó envuelta en unas hojas de alguna especie de plátano, una pequeña cabeza.
Lo miré expectante,
la puso en una vieja lata y luego con un cuchillo rebanó un trozo de mejilla y me la sirvió.
La comí de golpe, se veía demasiado exquisita para contenerme.
Aaaah qué sabor, simplemente, riquísima.
Al terminar, encendí un cigarro y le alargué uno a Emilio.

—¿Cómo empezó esto de comer gente? —indagué. Y entonces me contó:
—Un día estaba buscando hongos a lado de la Torre del Caño, y había una señora con su hijo, lo estaba regañando, creo, —¡si no te comportas, te regalo a ese señor! —gritó y me miró a mí— yo me quedé en silencio, pero el chiquillo empezó a hacer una pataleta y ella cogiéndolo de un brazo lo trajo hacia mí, —tome —dijo, mientras me entregaba al pequeño y me guiñaba el ojo, luego se marchó por el sendero—, yo no entendí muy bien, pero lo agarré fuerte aunque se puso a llorar. 
De pronto el viento sopló con fuerza y una rama cayó golpeándole la cabeza, le hizo perder el equilibrio y se fue derecho hacia el despeñadero.
Entonces me quedé ahí con el chiquillo que se había quedado sin habla.
Ya estaba tarde y no había comido nada en todo el día, entonces saqué el cuchillo y le corté el cuello, encendí una fogata y lo asé, total me lo había dado, ¿no?
Yo asentí, tenía razón, no había nada que añadir.
—¿Y luego? pregunté.
—Luego las cosas se fueron dando, pero luego de que me hice con una niña, estas me parecieron más exquisitas, así que cuando puedo agarro alguna y me la zampo, je, je.
Ooookkaay, ja, ja, ja.

Lié un cigarro de marihuana y lo fumamos gustosamente,
al rato se apagó el fuego y me dispuse a regresar a casa.
Emilio —le dije, mientras le ponía la mano en el hombro— eres un maldito.
Y de un tajo le enterré el cuchillo en el cuello y lo deslicé por el ruedo.
Lo limpié en sus ropas y lo dejé ahí.
No estaba bien matar niños sin verdadera justa razón le susurré al espíritu que abandonaba su cuerpo— y me retiré del lugar.


Malayerba