Una, dos, tres, cuatro, cinco... cinco... y seis.
Solo seis estrellas se dejan ver entre la espesura de las nubes de este frío planeta.
Son constelaciones congeladas en el tiempo.
Son constelaciones congeladas en el tiempo.
Pretendiendo ser yo he llegado a la lejanía del cosmos,
donde las causas perdidas no existen y las expectativas se superan por la realidad.
He muerto, pero mi amor es demasiado grande para marcharme.
He muerto, pero mi amor es demasiado grande para marcharme.
He muerto hace un par de siglos, pero mi alma sigue conociendo los recovecos de estas ruinas.
Me falla la meditación
y puedo ser terriblemente cruel acá.
La emoción no pasa y se me seca la imaginación,
pero hasta que despierte en otro mundo, en otro lugar,
seguiré terriblemente fiel a tu encanto,
te seguiré buscando más allá de este universo,
o hasta que se me pase el efecto de esta droga,
esta droga que es el aroma que has dejado impregnado en mi ser,
ser que no marchita pese a las circunstancias,
circunstancia como la de no tenerte cerca,
y por no tenerte cerca, debía hace rato haber muerto,
pero heme aquí, a un par de billones de años luz,
existiendo solo por si acaso, o tal vez para ti.
Mayawell
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