domingo, 30 de octubre de 2022

Y.Y.

—¡No, no, no, no hagas eso!
—Hasta cinco y ya.
—¡No! ¡Para! 
—Hasta tres entonces, ¡hasta tres! —me dijo y sus manos me taparon los ojos con fuerza.
—¡ME CAGO EN LA PUTA! —pensé en mis adentros o quizá lo grité. 
—Dos... tres... Ya, si ve, no pasó nada —me dijo.
Okay, está bien.
—Bueno. ¡OTRA VEZ!
—¿QUÉ? ¡NO! YA PARA CON ESO... 

Pero no se detuvo, me volvió a tapar los ojos, pero yo como no era bruto, reduje la velocidad de la moto, mas ella se dio cuenta y me reclamó. Entonces al final creo que bruto sí era, porque le seguí el juego, aceleré y dejé que me tapara los ojos nuevamente, varias veces, repetidas ocasiones, mientras conducía ebrio y con vehículos alrededor. 
—Pues si nos matamos, nos matamos y ya, jajaja —me decía mientras hacía su travesura. 

Entonces reforcé mi idea de ella, sí, estaba bien pinche loca la desgraciada, estaba tan loca que fui feliz, joder, hace mucho tiempo no me sentía feliz. Quería conocerla desde hace rato, no porque alguien me hubiese hablado de ella, no porque necesitaba alguien así, sino porque sabía que por aquí tenía que haber un bicho raro, una mujer extraña, con gustos extraños, que se decía así mismo que era una mujer nerviosa, que muchas cosas le alteraban la vida y le provocaban ansiedad y, sin embargo, ahí estaba la tonta, mandando la nerviosidad a la mierda en un momento cuando me pidió que le enseñara a manejar, y yo de idiota le solté la moto, joder, diez veces haber escapado de estrellarnos, era poco. 
Y una vez quietos se atrevió a tocarme el pecho para ver si seguía vivo, ¿se asustó? Me preguntó burlona, con una sonrisa preciosa y con unos ojitos grises en los que podía ver el infinito. Joder, sonreí y dije, no, para nada, riéndome de mala gana, y ella lo notó, era obvio, no era boba, en el último trayecto, casi me cago del susto. Ni más, ni por el putas le vuelvo a soltar la moto, pensé, o bueno, no cuando estuviésemos como en ese momento, ¡borrachos!
Maldito par de irresponsables.

El punto es que era eso, algo me decía que no me desespere, pero que tampoco deje de buscar, que el que busca encuentra como es de esperarse. Y entonces, entre la multitud de inútiles que hay en este mundo, sabía que alguien debía sobresalir y no ser parte de ello. Alguien con unos ojos de cielo, una sonrisa de estrellas, una caricia en la voz que me hiciera sentir que la vida valía pena. Y cuando fui por ella, me encontré con alguien que llevaba en sus ojos el universo, en su sonrisa, el fuego eterno y en su voz, la melodía de Dios. 

La saludé como si nada, como si fuera cualquiera, pero desde ahí, mi corazón empezó a latir con más furia, con más rabia, con más angustia, con más vida, ¡joder! Al fin estaba ahí, por fin la tenía ahí... No recuerdo la última vez que mi corazón se hubiese puesto tan contento que se me quisiera salir del pecho...

Malayerba

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