miércoles, 29 de enero de 2020

POETA DEL CHIQUERO Cap l

Mientras me jalaba la tripa tuve un momento de lucidez,
de esos que te iluminan de verdad.
—Me la estoy jalando— dije,
—Me la estoy jalando... jaja— repetí en la mente.

El tiempo en el que andaba en otro mundo me pareció tener años,
y ese, era el día en el que caí en la cuenta de que había pasado mucho tiempo sin sentir el auto placer,
la sagrada auto complacencia.

Por desgracia el momento de felicidad no duró mucho,
pues dos policías me cogieron los brazos y esposaron mis muñecas,
y desde aquella guardería donde los niños se quedaban absortos, las niñas sonreían, 
y las madres echaban gritos de asco y repugnancia,
hasta cruzar la calle donde unas señoras comían empanadas y el hombre de la comida rápida me gritaba burlas que no entendí,
anduve con mi humilde verga erecta,
pues no me dieron chance de guardarla.
Y sin querer, en el movimiento, 
la bragueta fue sobando la ya advenida corrida,
y poco antes de entrar a la patrulla, una señora ya entrada en años junto a su hija que me regalaba una sonrisa tierna aunque ruborizada, que pasaba por ahí, 
se atrevió a gritarme tantas cosas sobre la obscenidad de mi acto,
y sin poder evitarlo, en el momento en el que se atrevía a completar el "hijo de puta",
un chorro de semen se deslizó por el aire y golpeó de lleno la campanilla en su garganta,
haciendo que la vieja se tragara de volada mi bien henchida esencia,
y los estúpidos polis me agarraran a bolillo mientras entraba en el vehículo.


Malayerba

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