La figura paterna entonces no la vi clara. Los otros niños hablaban de los suyos con orgullo. Yo intentaba seguirles en sus ideas, y decía algo del mío, era un líder social, como se les llama ahora, y sabía que lo admiraban, pero en el fondo sabía que era mentira, no podía admirar yo a un honbre que no me hizo entender lo que había que entender cuando era necesario. Creo empecé a buscar a alguien que guiase mi camino.
Sin embargo, han pasado ya los años suficientes para tomar decisiones de peso, y es la hora en la que me doy cuenta que me crie guiando yo mismo mis pasos, vaya tragedia, «el dolor es permanente, el sufrimiento es opcional», dicen los iluminados, me pregunto cuántos años me faltan para hacer de verdad lo segundo. Y entonces la tragedia radica en que no se debería permitir a un niño explorar el infinito universo mental por su cuenta que si bien es el camino más rápido, es el más duro para quién ha de recorrerlo.
He vivido mintiéndole a todo el mundo: nunca estaba bien cuando me lo preguntabab y, aún así, daba una respuesta positiva. Tenía miedo de que me miraran con ojos de cuestionamiento y empezarán a preguntar. Solo quería que escucharan, se sentaran y encendieran un cigarro y luego de un rato se fueran. No necesitaba palabras, solo necesitaba saber que alguien había ahí, pero eso no podría pasar jamas, porque jamás decía lo que pensaba.
Y entices fue que un día si darme cuenta había hecho de la marihuana mi dulce compañera en los momentos difíciles, la que entiende a la perfección lo que soy, no sé si debería ser así, pero es lo único en lo que soy bueno, echar un pipazo, y empezar a escribir tonterías.
Para lo demás no sirvo, sé hacer de todo, pero nada llena mi alma.
Y luego me pregunto de dónde salió esa chiquilla, y no tengo respuesta. Estaba ahí desde hace tiempo. Siempre estuvo ahí y yo no me enteraba.
La conocí en su momento, pero la olvidé por completo, y ahora, desde que llegó hace poco más de un año, no ha dejado de joderme la vida.
Y entonces me da miedo de que un día lo deje de hacer al descubrir que soy un hombre que nació sin luz.
Mis risas son fingidas muchas veces, tanto que a veces llego a maldecirla a un nivel del que para detenerme evitar seguir bajando empiezo a amarla a la fuerza, porque aunque mi Razón todo lo ponga en contra, mi Corazón como órgano principal solo entiende una: quererla con todas las ganas.
Me pone en conflicto el interior, y al final entre la Razón y yo prendemos un churro y empezamos a reflexionar sobre en qué momento y cuál de los dos erró los pasos de primero. Pero da igual, el Corazón tomó el volante hace rato y ahora no hay un solo día, que no esté pensando en ella y termino débil y vencido ante tal chiquilla. Ha protagonizado momentos horribles y, aún así, dice amarme, y entonces no hago más que creerle y le digo, te amo, y me doy cuenta que no hay mentira, no hay engaño, que la amo de verdad... y entonces me doy cuenta que estoy jodido.
Tengo miedo ahora en mi dentro, un miedo tan absoluto que duele y ¡oh!, desgraciado placer el mío, me gusta como se siente. Me gusta sufrir, esa la verdad, no he conocido otra cosa que haga darme cuenta el llanto purifica el alma y nada mejor que llorar por una mujer que fue echa a tu medida: con el suficiente genio, ingenio, y torpeza para hacer que cada día la ame más sin que yo me entere del porqué.
Malayerba
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