El hombre del milenio creció en una soledad enfermiza y con el temprano tiempo de la experiencia descubrió las plantas sagradas de manera inesperada, y ya siendo consciente de la verdad, se cuestionó irremediablemente: ¿y si por consumir de la Ganjahmama las voces en mi cabeza se levantan a debatir sobre las mejores formas de vivir?
Con esa pregunta la retórica dio inicio, la voz más impaciente salió de primera a decir que había que matarlos a todos esa noche, que pa mañana era tarde. La voz de mayor vejez, decía que aprenda a callarse, que las cosas no eran así, que bastaba con destripar solo a los feos, primero que todo, un mundo bonito requiere personas bonitas, así que el que se crea superior el resto, debe ser matado: Esa señora que solo se vuelve amable cuando necesita un favor, debe ser extinta; ese idiota que llama a vender, a vendeeeerr, a veendeeerr, y sale el tendero urgido ante tal afanoso llamado que deja sus labores primordiales por entregar sus servicios obligados, y diga, qué se le ofrece, y el puta tonto: a ver, no sé, espere pienso... De las huevas, un alambre de púa envuelto en las huevas y colgarlo de un puente; cuando se le arranque la verga, que caiga donde nadan las pirañas. Castigo semejante puede aplicarse a más de un caso particular.
La voz del medio dijo, par de idiotas ustedes, solo hay que darles un machetazo al cuello, que se mueran rápido y sin sufrimiento, harto daño habrán hecho como para regalarles más tiempo en estas hermosas tierras. Entre menos demoremos la construcción de la sociedad del placer, mucho más tiempo pa gozar tendremos.
Y así se comenzó, con el tiempo los debates se hacían más intensos y sustanciosos; el hombre del mileno empezó a intervenir en las charlas, primero con timidez, luego de pronto no había otro momento mejor en el punto álgido del debate que ese, y daba un grito y empezaba a discutir con premura. La gente del ruedo se asustaba, ta loco, dijeron, hablando solo. Los días pasaron y los debates se volvieron filosóficamente profundos y el hombre del milenio se olvidó del mundo físico, las ideas le tenían gobernado.
La gente lo miró raro, sospechoso, capaz que sus ideas nos contagien y acabemos con ganas de mejorar el mundo, se dijeron, pero eran idiotas y gustaban serlo, así que mejorar no era opción. Un avispado dijo, se le descuadró la cabeza, se voló una esquina el otro día que se tiró en la zona roja del río. Otro payaso dijo, se le fueron los frenos a su coco móvil. Un chistoso mirando que hablaban mucha mierda, y vago como era redujo a una sola palabra lo acontecido y señalándolo gritó, allá va el esquizofrénico.
Rápidamente un docto de las artes engañosas dijo, ese puto puede tener en su cabeza la solución a los problemas del mundo, capaz que se nos daña el negocio, toca encerrarlo.
El hombre del milenio ni cuenta se dio de cuándo había sido guardado en una celda exclusiva para mentes largo pensantes, nadie lo volvió a ver. Él, ya encontrado charlas amenas en un lugar tranquilo y con tales sabios, se relajó del todo, ya no tenía que preocuparse de si comía o dormía, los idiotas ahora lo vigilaban de vez en cuando y le arrojaban comida.
Daba igual lo que pasara ahí afuera, el mundo de las ideas lo había hecho suyo, morirse era ya algo insignificante... se había vuelto inmortal.
Malayerba
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