jueves, 25 de julio de 2024

La lista

Prendo un cigarro bendito y le doy al play mientras camino por la ciudad al ritmo de un reggae clásico, el humo me envuelve y pronto me encontraré flotando con paso tántrico. La gente podrá verme y analizarme si se dan el tiempo con el propósito de sacar sus conclusiones respecto a lo que una niña con el rimel corrido, una blusa desaliñada, una falda a cuadros con alguna mancha que parece el resultado de algún vomito y unas crocs, hace al medio día de un martes en plena avenida por donde viene la procesión del altísimo.

Cuando cruzo por un lado, escucho el murmullo de alguna vieja arrugada que dice a su compañera —ahí va la putona de Marcela, cuánta falta hace Ernestico para que la hubiese educado bien. 

Regreso mis pasos y la increpo, —¿y tu hijo ya se hizo responsable de los desnutridos de tus nietos? La vieja retuerce la cara y me dice que su hijo se fue para trabajar de chofer y mandar dinero para su familia y que eso es mejor que ser una puta como yo que solo daña la decencia... me quito una de las crocs y se la arrojo en la cara. Me tiene harta con su  habladurías y acusaciones baratas. —¿Tu hijo que se la pasa robando en el barrio del Olmo, drogando a niñitas y abusando de ellas mientras juega a hacerse el malo y que no has querido aceptar porque sabes que es una mierda de persona y que mejor estaría muerto? —le grito efusivamente.

—¡Calla, perra!

—¡¡Calla tú, gorda malparida chismosa de mieeeerdaaaa!! —Le grito, mientras le arrojo la otra crocs en su cara. Olvido que era a la que le había metido chinches en la punta en caso de emergencia y terminan por chuzarle un ojo. La gente se alborota, noto que vienen por mí y echo a correr. El efecto de la hierba ha hecho que mi mente se disperse por un momento y olvido el camino, solo corro sin saber a dónde voy, pero siento que corro más rápido que el viento, y siento que floto, que vuelo; cuando retomo consciencia una rama me golpea en el vientre y pierdo el aliento. Ruedo y unas rocas del acantilado me detienen, veo hacia arriba y me parece ver que el barranco llega hasta el cielo. 

Estoy harta de esta mierda. Los cinco imbéciles de la fiesta ya deben estar vomitando blanco, esa toxina es poderosa. Se lo merecían. Ojalá hubiese podido ver cómo sufrían, pero ya estoy en paz. Solo quiero irme a casa. Sé que unos metros más allá está la salida. Me quito la ropa, quiero sentir el sol en mi cuerpo, esta brisa, disfrutar de mi último momento, camino descalza hacia el amanecer en el otro lado.


Última hora

Entre otras noticias, en las horas de la tarde de ayer fue reportado el cuerpo de una joven en el acantilado Madrid. La policía mientras hacía el levantamiento encontró una especie de consolador con una nota en la que Marcela Figueroa Gonzales se responsabilizaba de la muerte de Ernesto Figueroa, Richard Montal, Sebastian Urrutia, Marcos García, Joaquín Sabina, Gustavo Capote y 39 hombres más. Hasta donde se sabe, algunos de estos nombres se remontan a tres años de antigüedad. La policía no ha dado más detalles, pero se presume que se trató de un plan de androcidio, llevado a cabo por la joven a la que se la conocía como «la porcina».


[...]«De los cuatro segundos de recorrido que le tomó desde el salto hasta aterrizar, solo uno bastó para que se formara una sonrisa honesta, la más verdadera que jamás tuvo desde que a sus diez años su padre entró en su cama, a los once fue el vecino, a los doce ya habían pasado tres más y hasta sus veinticinco ya había perdido la cuenta cuando llegó a 120...la puta, le faltó más ganas para convertirse en la superputa, pero estaba cansada y la lista de los que más daño le hicieron estaba completa».


Manya


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