miércoles, 2 de julio de 2025

Monse survival, rock chimba, buscar the end



Si darme cuenta me vuelto camaleón con la negrura. Me voy por donde está más oscuro. Antes me daba miedo encontrarme al coco, ora si lo veo, habrá sangre y mía no será.

La suerte está echada. El balance se irá pa un lado y lo único que se podrá hacer estando allí, será aceptar, lo más pronto, todo cuanto ocurra.

Vivir decidido es más gratificante y engrandecedor que vivir insatisfecho de no haber tomado la decisión aunque fuese errada. 

Todo cuanto elegimos en el día a día, es parte de un crecimiento mucha veces, inconsciente. Pero al final, elecciones tomadas por una parte nuestra que se hizo con el mando. 

¿Que si el escribidor se volvió fumanchero, o la yerba convirtió en escritor a este que se expresa sin propósito en estas líneas? Es algo que la ciencia moderna espero logre resolver en el futuro. 

Si me invento una palabra, a quién le importaría menos el hecho si a mí me vale, aunque sea yo quien la usa, soy quien le da vida cuando la estoy escribiendo. La RAE entonces puede meterse sus sugerencias por el culo y gritar ¡Colombia! Acá un colocho, (por colombiano y chibchombiano como que era que decían) que se entrega en letras a quien guste de limpiarse el culo con las ideas estrechas y de poco valor.  

Levanten la mano los que entienden que el sistema está ya viejo y es hora de cambiarlo con la mayor actitud correcta: Hacer al otro, todas las cosas ricas que también deseamos que nos las hagan. 

La vida en este plano sobradamente da para entregarse a los placeres más agradables. Solo tenemos que quitarlos y mandar a la puta mierda a un motón de maricones que se creen dueños del mundo...el resto ya es cosa de dejarse llevar por las palabras del buen sabio que dijo un día, «por aquí es» y cayeron al barranco. Ya abajo el estudiante le dijo: —Maestro, creí que conocía bien el camino. —¿Qué te hizo pensar eso? —Respondió el otro —Pues que me dijo, por aquí, gran hpta. —¿Y pa qué me haces caso? Jaaa, malparido, ojalá y así te fueras de jeta a leer las sagradas palabras del más alto, pero no, mejor te la pasas aquí de arrastrado. —Ud hace lo que le da la gana, vejestorio... yo también y de aquí no me voy sin su puta sabiduría —Replicó el joven ansioso de ver que el maestro seguía vivo luego de caer más de 100 metros, todavía estaba duro el anciano, podía seguir descifrando el concepto divino, sentía pronto el momento de encontrarlo y no se iba a despegar de él abuelo estando ya tan cerca. 

Y así de la pasaban, renegando de la vida un rato, y al otro cagados de la risa. Era un día un joven bebiendo cicuta por aburrimiento y un viejo oliendo a pasto recién cortado tarareando un reggae, y que iba para el río, pero cuando volteó a ver sin saber, ahí tirado en un callejón se hallaba un arapiento queriendo salirse del juego de la vida. 

Se quedaron viendo como quién se reconoce así mismo en la edad opuesta. A partir de ahí, no había manera de separarse, no importase cuánto se distanciaran, acaban encontrándose en alguna otra ocasión con similar desconcierto. Había que hacer algo, y no hubo más remedio que aceptar el trayecto como estaba y obrar en consecuencia. 

El viejo guiaba, el joven le cuestionaba cada cosa, el viejo lo mandaba a la mierda, el joven iba y volvía con una olla para él; era de aprendizaje rápido, era todo un capo, había potencial ahí. Se reconocía así mismo cuando era joven y esta vez se prometió no errar el camino. Condujo al chiquillo y le enseñó las más grandes atrocidades para pasar rápido la etapa del sufrimiento y centrarse más rápido en la del gozo. 

No bien lo miró, supo que era virgen aún, así que lo primero era quitarle la distracción de las banalidades en el futuro y lo llevó a donde las putas a que le dieran severa violada de un tirón. El desgraciado resultó voráz, se echó a diez y pedía más, la dueña lo intentó comprar para amaestearlo en los placeres del amor, pero el maestro era viejo en los negocios y mejor lo alquiló un tiempo a cambio de unos servicios especiales con las doncellas. Echo el trato, esa misma noche comenzó a planear la ilustración del infante, mientras disfrutaba de unos ángeles bañádos en vino con queso rayado en tiras cubriendo sus exquisitos pechos. —Por aquí es, —fue lo que se dijo en la mente mientras degustaba del vino de ombligo...


Malaya

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